La marina de guerra de Castilla en la Edad Media II (1248-1474)

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Cuaderno de bitácoras de un marino en Faura. Programa dirigido por Antonio Mangas, alférez de la marina.

Antonio nos hace la introducción de cómo se inició la marina de guerra de Castilla en la baja edad media, con el segundo capítulo que a continuación presentamos.

La vida en galeras no fue fácil. Los límites de espacio, la falta de higiene, los problemas sanitarios y alimenticios, los olores… no hacían de ellas lugares atractivos. Por otra parte, la existencia de los galeotes era inhumana.

En cualquier caso, miles de hombres sirvieron en galeras y las convirtieron en el siglo XVI en uno de los referentes de las aguas del Mediterráneo. La creación de escuadras permanentes para defenderse de los piratas y corsarios implicó mayor número de hombres a bordo. Todo ello repercutió en la vida de las dotaciones, en las que es imprescindible distinguir entre la tripulación y los remeros. Estas son las preguntas más frecuentes sobre cómo era la vida en las galeras:

¿Cuánta gente había en una galera?

A principios del siglo XVI, la cifra de hombres que formaban la dotación de una galera (tripulantes y remeros) se situaba en torno a los doscientos. De ellos, casi tres cuartas partes eran remeros. Entre estos, entorno a los cien o ciento cincuenta eran galeotes. La galera estaba al mando de un capitán, que contaba con la ayuda de un patrón para gobernar a la tripulación. Luego estaban los oficiales, los artilleros, el barbero, con suerte un cirujano, etc.

¿Qué eran los galeotes?

Eran remeros forzados. Por lo general, los galeotes eran reos que purgaban su pena remando en las galeras. Sus condenas oscilaban entre un mínimo de dos años y un máximo de diez, e iban a parar a las galeras por ser ladrones, por huir de la justicia o por haber agredido a otras personas. También se destinaba a las galeras a los prisioneros musulmanes. En ocasiones, a los sentenciados a pena de muerte se les conmutaba esta por un servicio de por vida. Al conjunto de los galeotes se lo denominaba chusma.

¿Era realmente dura la vida de los galeotes?

Sí, incluso algunos testimonios lo comparaban con un infierno. Vivían encadenados con argollas de hierro que les producían terribles llagas, soportaban el calor, el frío, la lluvia, el sol o el látigo del cómitre muchas veces desnudos, pese a que su vestimenta corría por cuenta de la Corona.

¿Se percibía algún tipo de salario por servir en galeras?

Sí, aunque los sueldos variaban mucho de unos empleos a otros. El capitán era el mejor pagado y, entre los peor remunerados, estaban los capellanes. Los cirujanos, calafates y hombres de armas cobraban un sueldo intermedio, mientras que los remeros (hombres libres) cobraban muy poco dinero. En cambio, los galeotes no percibían salario, y se los alimentaba lo justo para mantenerlos con energía para remar.

¿Había remedios para el mareo?

Había distintas recomendaciones para reducir sus efectos. Se sugería comer poco los días anteriores al embarque y oler el mar durante esos días, pero evitando verlo. Durante las primeras jornadas de navegación, lo mejor era mantener una dieta escasa y no retener el vómito.

¿Dónde dormía la tripulación?

El capitán dormía en su cámara, en la que había ciertas comodidades: algunas sillas, taburetes, una cama con sus sábanas e incluso almohada. Los tripulantes dormían al raso, en algún punto de la cubierta, donde extendían un colchoncillo, y se protegían del frío con una manta. Con todo, lo peor no era carecer de cama o de otras comodidades, sino el movimiento de la galera y las picaduras de chinches, piojos y pulgas. Los integrantes de la chusma dormitaban en los bancos de remo, a los que estaban encadenados.

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